domingo, 6 de febrero de 2011

¿Mienten las Estadísticas?

Las estadísticas son como los presos políticos: con la suficiente mala intención se les puede torturar hasta que confiesen. Pero al lidiar con estadísticas (especialmente con estadísticas económicas) hay que mantener el equilibrio; no se les puede tirar a la basura, como inservibles, sólo porque no dicen lo que nuestra intuición nos sugería; pero tampoco se les puede creer ciegamente, sin antes someterlas a un análisis apropiado.

§ POLÍTICAS PÚBLICAS

¿MIENTEN LAS ESTADÍSTICAS?

Todos los gobiernos, independientemente de su signo ideológico, se las arreglan para demostrar que han logrado mejores resultados que sus rivales en materia económica, apoyándose en cifras de crecimiento económico, empleo o inflación. Al mismo tiempo, los opositores demuestran, también con cifras, que la situación económica y social del país empeoró mientras sus rivales gobernaban.

El sentido común nos sugiere que es imposible que todos tengan la razón al mismo tiempo, por lo que, o bien las estadísticas están equivocadas, o las mismas (aunque sean correctas) pueden ser manipuladas para demostrar casi cualquier cosa. La segunda explicación es, casi siempre, la más acertada.

Por supuesto que, en primer término, hay que verificar que estén adecuada y técnicamente calculadas, pero es igualmente importante tener presente que las estadísticas, especialmente las económicas, hay que saber interpretarlas correctamente. Las estadísticas ofrecen una visión condensada de la información, y en eso radica su utilidad, pero también sus riesgos.

Cuando nos enfrentamos con una cifra o indicador económico, lo primero que debemos preguntarnos es quién realizó el cálculo, pues es muy diferente si un dato lo produjo una entidad con experiencia, buena reputación e independencia de intereses sectarios (ya sea pública o privada), o si, por el contrario, lo produjo una empresa de investigación de mercados de reciente creación o, peor aún, un partido político.

También es importante saber si el dato es de carácter definitivo o si, por el contrario, se trata de un dato preliminar que está sujeto a revisiones, como sucede con el dato del PIB que suele ser revisado varias veces al año.

La interpretación de las cifras requiere, asimismo, saber a qué periodo de tiempo están referidas; por ejemplo un aumento en el índice de precios al consumidor de 5% puede ser aceptable si se trata del incremento en un año, pero sería catastrófico si se refiriera al aumento en un mes.

Igualmente, cuando se trata de variaciones entre una cifra y otra, es menester conocer cuáles son los puntos inicial y final de los datos que se están comparando: por ejemplo, cuando se compara cuánto creció el PIB entre un año de recesión y un año de auge veremos una tasa de crecimiento mucho más alta que cuando se comparan dos años relativamente normales.

Otro factor muy importante a tomar en cuenta, especialmente cuando se interpretan cifras expresadas en quetzales, es saber cuál ha sido el efecto inflacionario: un aumento de 6% en el monto de impuestos recaudado por la administración tributaria puede ser poco alentador si, al mismo tiempo, la inflación aumentó también en 6%, lo que querría decir que la recaudación no habría aumentado nada en términos reales.

Un problema de interpretación muy común surge cuando se le confiere a un indicador un poder informativo que, en la práctica, no tiene. El caso más notable es el del PIB, al cual muchas personas acusan de que no sirve para medir el grado de bienestar de un país: tienen mucha razón, porque el PIB nunca fue ideado para ese propósito, sino que para medir el valor de la producción de bienes y servicios de un país durante un período determinado. Así como el velocímetro de un carro sirve para medir, justamente, la velocidad del vehículo (y no la potencia del motor o el nivel del aceite), así el PIB sirve para medir el valor de lo producido y compararlo con otros países (no para medir el de bienestar de la población).

Resulta útil que, cuando se interpreta una cifra económica, se cuente con otros parámetros que pongan en perspectiva cualquier dato: por ejemplo, un aumento de 4% en el número de puestos de trabajo generados en un año puede no ser una buena noticia si, en el mismo periodo, la población en edad de trabajar creció 8%.

Las estadísticas pueden ser engañosas y su interpretación puede ser manipulada para justificar ciertas decisiones o situaciones. Por lo tanto hay que tomárselas con cierta cautela. Esto no quiere decir, sin embargo, que no debamos tomárnoslas en serio y, mucho menos, que debamos prescindir de ellas, ya que resultan esenciales para tomar decisiones, pública y privadas, bien fundamentadas. Las estadísticas son, digamos, un mal necesario; muy necesario.

COMENTARIOS DE LOS LECTORES
JORGE MUÑOZ 01-02-2011 08:08:50 horas
Por regla general nunca se debe creer en estadísticas generadas por los Gobiernos debido ha que no son objetivas y en su totalidad han sido manipuladas para reflejar a su favor lo que ellos quieren que la gente crea, en el país de las Tortillas no somos estadistas, aquí solo somos reactivos y no proactivos, además aquí los índices se manipulan a conveniencia del Gobierno y de sus Patrones.

JORGE MUÑOZ 01-02-2011 08:08:50 horas
Por regla general nunca se debe creer en estadísticas generadas por los Gobiernos debido ha que no son objetivas y en su totalidad han sido manipuladas para reflejar a su favor lo que ellos quieren que la gente crea, en el país de las Tortillas no somos estadistas, aquí solo somos reactivos y no proactivos, además aquí los índices se manipulan a conveniencia del Gobierno y de sus Patrones.

Carmen Ocoix 01-02-2011 10:14:17 horas
Puede que muchos si manipulen las estadísticas pero ahora se ha visto que principalmente se han manipulado las estadísticas de la violencia, todos los periódicos sacan nuevas cifras diarias, los partidos políticos de oposición manejan otras y cuando salen las del gobierno nadie las cree. Así como hay empresas que se dedican a esto fácil nos lleva la lógica que son muy bien pagadas para que se arrojen los resultados que se quieren para desprestigiar al opositor y eso solo crea desinterés en la sociedad.

Lucrecia Reynosa 01-02-2011 10:17:31 horas
Las estadísticas están aquí a favor de los de pisto y de los partidos que han hecho de las poco creíbles estadísticas su medio para desprestigiar al gobierno, lo que yo he visto es que cuando el gobierno saca algunas estadísticas rápido los patriotas y los medios sacan otras como para que la gente le reste credibilidad, pero al final lo único que crean es desinformación e incredulidad en la gente pues no saben si creer o no. Las estadísticas solo deberían ser un referente y no como algo escrito en piedra como piensan muchos.

Ileana Villanueva 01-02-2011 10:31:57 horas
En materia de violencia si son incrementadas, solo para desprestigiar y seguir con el juego de partidos políticos opositores creando una sicosis dentro de los guatemaltecos, en materia de salud, educación, mejoras en calidad de vida no se sabe mayor cosa pues solo están destinadas a sacar y publicar lo malo. En materia política con sus mediciones electorales y encuestas elaboradas “supuestamente” por empresas de alto prestigio, las manipulan posicionando a quien ellos quieren en la cabeza.

Julio Monterroso 01-02-2011 10:39:58 horas
Hablar de estadísticas es tan complejo porque quieren darle la magnitud a un problema de acuerdo a lo que respondió apenitas una cantidad X de personas que no significa que sea el pensar y sentir de la población a eso hay que sumarle que muchas veces las preguntas tienen respuesta cerradas que al final solo sirven para alterar el resultado a conveniencia de quienes lo hacen. Aunque sean un mal necesario muchos de los que hacen campaña anticipada la utilizan como parte de su estrategia para desprestigiar.

Luis 01-02-2011 12:37:08 horas
Existe una REALIDAD que no se puede disfrazar o maquillar con los anuncios y la propaganda de los medios, si algo esta mal, esta mal, por mas que digan que todo esta bien y hay "prosperidad". Un mundo fantástico o inexistente es diferente a la realidad cotidiana de la calle. Es posible que el Gobierno viva en otro Mundo diferente al de la gente de a pie en la calle.

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